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Fractura de meseta tibial

La fractura de meseta tibial es una lesión en la parte superior de la tibia que forma parte de la articulación de la rodilla. La meseta tibial es la superficie plana en la parte superior de la tibia que se articula con el fémur para formar la articulación de la rodilla.

La fractura de meseta tibial generalmente es el resultado de un traumatismo directo en la rodilla, como una caída desde una altura o un accidente automovilístico. También puede ocurrir en deportes de contacto como el fútbol o el baloncesto.

Los síntomas de una fractura de meseta tibial pueden incluir dolor intenso, hinchazón, hematoma, incapacidad para soportar peso en la pierna afectada, rigidez y deformidad. Además, puede haber lesiones asociadas en los ligamentos o meniscos de la rodilla.

El tratamiento de una fractura de meseta tibial depende del tipo y la gravedad de la lesión. En algunos casos, se puede usar un yeso o una férula para inmovilizar la pierna mientras se cura. En otros casos, puede ser necesaria una cirugía para reparar la fractura. La cirugía puede implicar la colocación de clavos, tornillos o placas en la tibia para mantener la fractura en su lugar mientras se cura.

La recuperación de una fractura de meseta tibial puede llevar tiempo y puede requerir fisioterapia para ayudar a restaurar la fuerza y la movilidad de la rodilla afectada. Es importante seguir las instrucciones del médico y del fisioterapeuta para asegurar una recuperación adecuada y prevenir complicaciones a largo plazo.

El diagnóstico de la fractura de meseta tibial se realiza mediante una exploración física, radiografías y en algunos casos, tomografías computarizadas (TC) o resonancias magnéticas (RM) de la rodilla. Estas pruebas pueden ayudar a determinar la gravedad y la ubicación exacta de la fractura, así como cualquier lesión asociada en los tejidos blandos, como los ligamentos o meniscos de la rodilla.

El tratamiento de la fractura de meseta tibial depende de varios factores, como la ubicación y la gravedad de la fractura, la presencia de lesiones asociadas y la edad y el estado general de salud del paciente. Algunos tratamientos comunes para la fractura de meseta tibial incluyen:

1. Inmovilización: Si la fractura no está desplazada o es leve, el médico puede recomendar el uso de un yeso o una férula para inmovilizar la rodilla mientras la fractura sana. El tiempo que se necesita la inmovilización depende del tipo de fractura y del tiempo de curación estimado.

2. Reducción cerrada: Si la fractura está desplazada, es decir, los huesos no están alineados correctamente, es posible que sea necesario reducir la fractura para realinear los huesos y restaurar la función normal de la rodilla. Este procedimiento se realiza bajo anestesia general o regional y a menudo requiere la aplicación de tracción para alinear la fractura.

3. Cirugía: Si la fractura es grave o no se puede reducir mediante métodos no quirúrgicos, puede ser necesaria una cirugía para reparar la fractura. Durante la cirugía, se pueden usar tornillos, clavos, placas o fijadores externos para mantener la fractura en su lugar mientras se cura.

4. Rehabilitación: Después del tratamiento, se recomienda la fisioterapia para ayudar a restaurar la fuerza y la movilidad de la rodilla afectada. La fisioterapia puede incluir ejercicios de rango de movimiento, estiramientos, fortalecimiento y entrenamiento de equilibrio para mejorar la función de la rodilla y prevenir complicaciones a largo plazo.

Es importante seguir las instrucciones del médico y del fisioterapeuta para asegurar una recuperación adecuada y prevenir complicaciones a largo plazo. Además, se recomienda descansar la pierna afectada y evitar actividades que puedan poner en peligro la curación de la fractura. El tiempo de recuperación varía según la gravedad de la fractura, pero puede tomar varias semanas o meses antes de que la rodilla recupere completamente su función normal.

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